lunes, 22 de julio de 2013

El “Corito Celestial”


Se cuenta la historia de un árbitro que, una noche, tuvo la idea de llevar al coliseo su hijo, motivado por la intención de impresionarlo y adentrarlo en el mundo de los silbatos y el juzgamiento. Pero quiso la mala fortuna que ese árbitro se equivocara en una decisión, o quizás a la tribuna se le antojó pensarlo así y enseguida empezaron la rechifla, la desaprobación y los gritos.

Actitud inmerecida 

Miles de gargantas entonaron entonces un coro grosero, inmerecido y vergonzoso. “Ese de negro Hijoepu-ta, ese de negro hijoepu-ta”, resonó la multitud, mientras el pobre árbitro rezaba porque la tierra se abriera y lo tragara y en las gradas su hijo, aprendía entre lágrimas una razón para no ir a los partidos de microfutbol y por supuesto para odiar al arbitraje. Para el que está en el ojo del huracán en cada partido es muy duro ya que es humillado impunemente, y también para sus familiares y amigos, que se duelen de verlo maltratado por aquellos a quienes trata de servir con su trabajo. 

Monstruo de mil cabezas

El público, en la mayoría de coliseos y escenarios deportivos, se convierte en un monstruo de mil cabezas, que vocifera cosas lamentables como el consabido coro celestial, y otras ferocidades casi imposibles de enunciar aquí, cobardías resguardadas en el anonimato de las multitudes. Y sí, ya sé que los árbitros se equivocan demasiado, hasta el punto de que por esto se quiera paralizar un evento deportivo o torneo; yerran en muchas situaciones de juego, en la sanción de penaltis en las expulsiones, en todo, no obstante, el fútbol de salón fue inventado con este personaje.

Respeto por los árbitros

Definitivamente, algo habrá que hacer en los eventos deportivos de cualquier país con los aficionados que realizan los “coritos celestiales”, ellos generalmente reclaman a voz en cuello un mejor arbitraje, pero lo primero que tendrán que entender es que deberán respetar a los árbitros. Así pues, se verá más intención de cambio por parte de los mismos silbatos. Sin embargo los tribunales de penas y sanciones de los campeonatos también deberían darles la potestad de detener y suspender los juegos donde exista una manifiesta hostilidad de las tribunas hacia ellos. Esto no es una novedad.

El insulto no se justifica

La afición, obviamente, no puede permanecer inalterable ante una decisión que afecta a su equipo del alma, es normal que se ofusque, comente, y gesticule. Todo se justifica en ese caso porque para eso paga un boleto, excepción hecha del insulto y el ensañamiento con un hombre que después -cuando le comenten sus colegas, le digan en casa, o lo vea por la televisión- sentirá una terrible sensación de fracaso y sufrirá, como ningún fanático del mundo, por sus errores, que mas castigo que ese. En pleno siglo XXI no creo que se justifique el uso del corito celestial. ¿Usted lo ha escuchado últimamente? 

Escrito por Antonio Pulido... para revista arbitros

No hay comentarios: