En principio el miedo no es algo negativo, se trata de un mecanismo de
defensa que crea nuestra mente cuando percibimos una situación de
riesgo. Ahora bien, cuando la situación de supuesto riesgo se produce
ante un estímulo positivo, se trata de un miedo irracional y éste
siempre tiene como base una inseguridad.
¿Por qué surge el miedo?
Digamos que nosotros nos hemos creado una especie de burbuja de
bienestar, a nuestro modo y semejanza. El miedo aparecerá cuando vemos
peligrar dicha burbuja, es decir, cuando creemos que va a producirse un
cambio que pueda desestabilizar nuestra seguridad. Si consideramos una
relación como algo que nos quita (pérdida de intimidad, compartir tiempo
de descanso, estar al pendiente del otro, etc.) y no que nos aporta
(amor, compañía, bienestar, etc.), entonces es cuando aparece el miedo.
El miedo pone en la balanza los recursos que uno tiene y aquello que
tenemos que afrontar. Cuando se produce un desajuste en esta balanza, es
cuando se hace presente. Por tanto, es una cuestión de inseguridad y de
no conocerse bien a uno mismo, lo que conlleva malestar y frustración.
¿Qué suele pasar cuando uno no sabe reconocer sus propias capacidades y habilidades emocionales?...
Tiende a evitar aquello que despertó su alarma de amenaza inminente. No
deja de ser una mala adaptabilidad a los cambios, que por otro lado
anhelamos, pero que nos cuesta reconocer. Nos vemos como frágiles o
débiles y nos ponemos una coraza para supuestamente no nos puedan tocar,
pero obviamos lo más importante: la amenaza somos nosotros mismos, no
el entorno.
¿Qué características suelen identificar a este tipo de personas?
- Les cuesta tomar decisiones personales porque temen el cambio y salirse de su zona de seguridad.
- Son personas rígidas en el trato, quieren tenerlo todo controlado. La
falta de control es lo que les hace activar los mecanismos de alarma.
- Suelen tener dificultades en expresar sus propias emociones. Intentan
no profundizar en lo que sienten o piensan respecto a alguien o algo y
ello provoca problemas de comunicación con los demás.
- En
muchas ocasiones se sienten inseguros de si mismos y no soportan ver la
seguridad en otros, por lo que inconscientemente crean disonancias
cognitivas como convenciéndose de que esa persona no es tan maravillosa
como se muestra ante los demás.
Hemos de tener en cuenta que el
carácter y personalidad que tenemos en nuestra etapa adulta va muy de
la mano de la relación afectiva que hemos tenido con nuestros
progenitores en la infancia. Es por ello que una familia que haya
protegido mucho a su hijo, haya sido muy rígida en su educación o
demasiado permisiva, hace que la persona no pueda desarrollar sus
propias estrategias de afrontamiento para valerse por sí misma.
¿Cómo suelen actuar?
En el terreno emocional suelen ser personas muy atractivas, grandes
conquistadores, ya que tienen esa necesidad de tener una relación
estable, por su carencia afectiva. Por el contrario, cuando ya se ven
dentro de la relación empieza el miedo y se crean situaciones de
confusión en sí mismo y en el otro. Es aquí cuando se produce la
disonancia cognitiva que mencionaba anteriormente, la mente empieza a
crear pensamientos de alerta porque no soporta las propias
incongruencias (no es la persona que busco, no va a poder ofrecerme lo
que quiero, no voy a cumplir sus expectativas, en verdad no quiero tener
una pareja estable, aún me quedan muchas cosas que experimentar y que
no podría hacer si estoy en pareja, etc.).
En cierta forma, la
falta de estrategias y de conocimiento sobre uno mismo hace que se
busque justificación a la propia inseguridad y temores. Al final como no
se tienen las capacidades para asumir el miedo y gestionar el malestar,
se buscará romper la relación para recuperar la estabilidad y huir del
descontrol.
¿Cómo afrontar el miedo al compromiso?
El
primer paso es admitir que tenemos una limitaciones emocionales en las
que tenemos que trabajar. Evaluando las verdaderas necesidades y
arriesgándonos a afrontar los miedos, éstos desaparecerán. Por tanto,
una buena autoestima es la base de todo.
Al miedo se le vende
encarándolo. Hay una frase de Jiddu Krishnamurti que dice “Haz lo que
temes y el temor morirá”, pues así mismo es. Para ello nos vamos a
servir de una serie de estrategias:
- No vamos a evitar aquello que nos da miedo, huir no soluciona el problema.
- Hemos de ir introduciendo pequeños cambios que poco a poco ayuden a
la mente a entender que seguimos teniendo el control de la situación, ya
que como es lo que más nos asusta hay que educarla. Si una
característica tiene la mente es que es muy plástica, ¿esto qué quiere
decir? Que entrenándola se adecua a lo que queramos.
-
Valorarse a uno mismo fortalecerá la seguridad en las acciones y
decisiones que tomemos. Por tanto necesitamos hacer un reconocimiento
positivo de nuestras capacidades y limitaciones, ya que una limitación
no es algo negativo, se necesitan de ambas para encontrar el equilibrio.
- Es básico empezar a expresarse emocionalmente, sobre todo la parte
negativa de nuestro malestar. De esta manera reduciremos tensiones y por
tanto nos relajaremos más. Si al principio cuesta hacerlo con otras
personas, escribiéndolo se puede empezar uno a entrenar, además de que
nos sirve para reflexionar.
- La clave de toda buena relación
es la comunicación y la confianza, sin ellas no hay pareja que sobreviva
de una manera sana. Por lo que el objetivo tiene que ser lo que se
conoce como asertividad, es decir, decir en todo momento lo que se
piensa y siente sin entrar en herir a nuestro interlocutor, en este caso
nuestra pareja.
Merece la pena hacer el intento de superar el
miedo ¿no creéis? ¿Qué supone pasar un mal rato cuando la compensación
es eterna?.
CIARA MOLINA
Psicóloga Cognitivo Conductual especialista en Gestión Emocional
No hay comentarios:
Publicar un comentario