viernes, 12 de octubre de 2012


Día Internacional del árbitro
Del mismo modo que se celebra el día del padre, de la madre, de los enamorados o del abuelo por la importancia que tienen todas esas figuras, se recuerda al árbitro.

Curioso es cómo una figura tan poco popular en muchas ocasiones resulte recordada en esta jornada. Ello nos lleva a justificar el por qué del árbitro en el mundo del fútbol de salón y ello me lleva a invocar la figura de un filósofo inglés del siglo XVII que puede iluminarnos. Explicaba John Locke su teoría política acerca del origen de la civilización y la sociedad partiendo de una hipótesis de trabajo llamada Estado de Naturaleza. Afirmaba Locke que en ese Estado todos los hombres eran libres, iguales, casi no había leyes, poseían bienes privados y nadie dañaba a nadie; decia, que era una felicidad.

Pero no tanto, porque cuando empezaron a surgir conflictos entre los hombres en razón de su propiedad, entonces -dado que no existía la figura del juez- cada uno se convertía en juez y parte de su propia causa. Esta situación lejos de ser idílica generaba enfrentamiento y hostilidad entre los individuos a la par que llevaba a vivir en la inseguridad y casi el miedo. Ante tal situación, Locke entendía que el hombre entraría en el Estado de Civilización o Sociedad en el momento en el que surgiese la figura del juez que imparte justicia entre los litigantes; y esa figura del juez (como la del gobernante) debía ser algo querido, consentido por todos los individuos. En el momento en el que todos consienten tal figura, el hombre abandona el Estado de Naturaleza y entra en la Civilización o Sociedad, donde hay unas reglas que cumplir para convivir pacífica, próspera y felizmente.

Algo así ha sucedido en el cosmos salonístico. Así, cuando el fútbol amanece a la vida, allá por el siglo XIX, se encuentra en Estado de Naturaleza: dos equipos se desafían entre sí, sin árbitro, sin juez. Los contendientes creían que podrían evolucionar y progresar sin esa figura, pero nada más lejos. La hostilidad, la incomprensión y casi las actitudes violentas que se generaban por el desacuerdo entre unos y otros llevó a aquellos primitivos hombres del fútbol a la reflexión y a consentir todos la necesidad de incorporar la figura del juez, del árbitro, en sus litigios. Aparece así el árbitro para imponer la cordura, la mesura y la justicia en el ámbito deportivo.

Cuando el deporte y específicamente el fútbol de salón, consiente mutuamente al árbitro es cuando nuestro futsal da un salto cualitativo y se civiliza, se socializa, se hace más adulto. He ahí la razón de ser del árbitro en el fútbol de salón  es la figura moral del partido; el garante de la moralidad; el defensor de valores deportivos; el custodio de los principios más sólidos del juego deportivo y limpio; el vigilante del cumplimiento de las normas porque éstas son necesarias tanto para convivir en lo civil como para disputar un partido. No olvidemos que más allá del partido hay personas (salonistas, entrenadores, árbitros) y que al saltar a un terreno de juego adquieren una dimensión pública de tal relieve para los demás que su actitud conforme a los valores o a los disvalores les retratan en dirección a seguir o a evitar por los demás.
No podemos dejar de lado que la persona -en la faceta que sea- puede ser y debe ser portadora de valores que atraigan a los demás a su ejemplo. Ojalá que en la jornada de este fin de semana, al margen de aciertos y errores, salga más robustecida la figura del árbitro.
FELIZ DÍA DEL ARBITRO

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