lunes, 23 de abril de 2012

 LA RECONVENCION VERBAL

Escrito por: jose Borda

Dos jugadores compañeros  comentaban textualmente en voz baja si “era o no legal que el árbitro amonestara de palabra a un rival por realizar una simple incorrección”. Uno de ellos argumentaba, “que era mejor mostrar la tarjeta amarilla y listo, así se acababa el problema”. No obstante, las advertencias, llamados de atención o amonestaciones verbales o como se quieran llamar son una herramienta poderosa que les ayuda a los árbitros a controlar el partido, pues con éstas corrigen ciertos comportamientos de los jugadores y previenen futuras acciones inadecuadas.
  Potestad para prevenir
Todos los árbitros  pueden hacer uso de su potestad para “advertir verbalmente”,  término correcto a utilizar, a los jugadores, de forma breve y cuando  vean oportuno corregir algún comportamiento anómalo o improcedente, que pueda influir en el desarrollo normal del partido, ésta no debe en ningún caso calificarse como amonestación, reglamentariamente hablando,  sino como un pequeño "llamado de atención", o prevención para evitar una tarjeta amarilla. Llamar la atención o aleccionar a un jugador, puede ser el detonante para que el jugador retome el camino de una buena gestión en campo de juego.
Dependiendo el momento   
La advertencia puede ser efectiva, dependiendo del momento en el que se haga, pues el árbitro no puede pasársela todo el partido advirtiendo porque perdería credibilidad, por tanto una vez hecha si el deportista no cambia su forma de proceder, siempre será mejor mostrarle la tarjeta correspondiente. Los comúnmente denominados “llamados de atención o simples advertencias verbales” no constituyen una sanción disciplinaria propiamente dicha, en consecuencia el silbato deberá hacer entender claramente a los jugadores que después del apercibimiento que es la sanción más leve que habrá que efectuar máximo dos veces, tomará el correctivo disciplinario estipulado en el reglamento.
Corta y razonada
Una prudente observación hecha a tiempo y en casos concretos, puede evitar una tarjeta amarilla o una roja, porque se debe entender que si el diálogo corto y razonado favorece el desarrollo de un partido sería poco acertado prescindir de él. Así mismo  si el árbitro tiene un criterio distinto y recurre a las tarjetas para castigar imprudencias de poca importancia, lo más probable es que se vea inmerso en una turbulencia de castigos innecesarios, lo cual no lo acredita precisamente por su buena actuación, salvo casos que sean por justa razón y de mayor trascendencia.
Para evitar tarjetas
El fútbol de salón es ante todo un juego entre seres humanos en donde están presentes el esfuerzo físico, la habilidad y también las pequeñas incorrecciones que lógicamente deben ser reprendidas conforme a la importancia que puedan tener en el juego; unas veces será suficiente la simple advertencia y otras el castigo disciplinario. Debido a que existe cierta obsesión por las tarjetas cuando el culpable pertenece al equipo rival, mas no cuando se le muestran al propio, pues son consideradas "injustas"; el árbitro deberá saber administrarlas y por ello la reconvención verbal deberá ser el primer paso a dar.

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