sábado, 2 de octubre de 2010

PSICOLOGIA ARBITRAL

Enfrente el temor al qué dirán
El temor a que jugadores, periodistas y aficionados los juzguen mal, se burlen de ellos o los tomen por incompetentes, son inquietudes y diálogos interiores que habitualmente se presentan en los árbitros que viven atenazados por lo que dirán los demás, este es uno de los problemas más comunes que puede ser superado si entienden que está relacionado con la inseguridad y aprenden a valorar sus decisiones aunque no coincidan con las de los otros. Es importante tener en cuenta que tal desconfianza no sólo genera ansiedad sino que además dificulta las relaciones con quienes se encuentran alrededor de un encuentro deportivo.

Figura de un inseguro
Ciertos silbatos dan la sensación de comportarse con timidez e inseguridad no sólo en los terrenos sino en su vida personal, sobre todo, con un excesivo miedo al ridículo. Estos se convierten en esclavos de querer caer bien a todos, menos a sí mismos. Antes de emprender una acción en el campo de juego, tienen más en cuenta lo que "se debe decir o hacer" en detrimento de aquello que verdaderamente quisieran decir o hacer, son en suma, árbitros no asertivos. Quien teme a quedar mal ante los ojos ajenos y por ello renuncia a menudo a ser fiel a sí mismo y a las iniciativas que le vienen a la mente, suele observar con amargura cómo los demás si lo hacen.

Formas de disfrazarlo
Por lo general, los árbitros que piensan en “el qué dirán” para tratar de defenderse de sus inhibiciones, adoptan posturas duras con aquellos ante quienes no implica un riesgo mostrarse de esa manera, como por ejemplo, los jugadores. Otro disfraz asumido por estos es el de una apariencia extrovertida, lo cual suele acarrearles problemas, en estos casos lo que ocurre es que disponen de acciones adecuadas, pero no saben cuándo ni cómo utilizarlas. De igual manera otros, intentan esconder su timidez y falta de seguridad forzándose a una constante sobreactuación o adoptando conductas aristocráticas y sofisticadas dentro y fuera de los escenarios deportivos.

Que no le afecten
Lo verdaderamente ridículo, triste y lamentable es vivir obsesionado por la opinión de los demás, o que nos preocupe más nuestra imagen o lo que piensan de nosotros, que lo que en realidad somos y sentimos. Hay que aprender a vivir con naturalidad y disfrutar de lo que hacemos, lo mejor después de caerse es levantarse con una sonrisa y compartirla con los demás, nunca somos ridículos, simplemente nos sentimos ridículos. Después de protagonizar una equivocación absurda o cómica, cuéntela usted primero, si se adelanta al chismorreo, se reirán con usted y no de usted.

Afronte el problema
Aprender a pensar en forma distinta reforzando el respeto por los propios derechos personales es la primera forma de afrontar esta problemática; aceptar sus aspiraciones y decisiones como una parte valiosa de ese todo que es su persona, es otra forma de hacerlo. Tratar de discriminar y diferenciar cuáles son aquellas acciones que ejecuta para lograr su propio placer de las que sólo emprende para complacer a los demás; ejercitar diariamente el respeto por sus propios derechos y tener en cuenta la importancia de desechar la opinión ajena sobre sus acciones son otras herramientas a tener en cuenta. Por último comprenda que no es posible resultar agradable a todos, todo el tiempo y menos en el juzgamiento deportivo.

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