Una de las quejas más frecuentes de los aficionados y jugadores cuando
ven una designación para un partido es la referente a la experiencia de
los árbitros, qué si son una bola de viejitos, qué si son todavía unos
niños, qué si están experimentando mandando jóvenes y viejos, etc.
Obviamente que estas apreciaciones las hacen tomando en cuenta
únicamente la apariencia física de los árbitros en cuestión. No
obstante, un árbitro con considerable conocimiento sobre el reglamento y
con varios de encuentros dirigidos puede ganar reputación de experto,
así sea joven.
La edad no importa
La edad es relativa, lo
que realmente importa son las “vivencias recorridas” y la forma como se
pongan en práctica en el campo de juego. Un joven imberbe puede tener un
juicio excelente, a la vez que un árbitro maduro, de gran presencia,
puede no tenerlo. Es la experiencia lograda en cada juego, en cada una
de las categorías, lo que hace captar al árbitro el espíritu de las
reglas y optimizar su aplicación en los múltiples casos no previstos por
el reglamento. La formación de un árbitro es un proceso lento y entre
más “Juzgue” más experiencia adquirirá porque aprenderá a manejar
excelentemente las situaciones y a solucionar mejor los conflictos.
¿Qué es la experiencia?
La experiencia de un árbitro es una forma de conocimiento derivado de
la observación, de la vivencia dentro del juzgamiento deportivo, es
decir, es la habilidad proveniente de las situaciones que le suceden en
los partidos y la forma como la revierta en los futuros encuentros, pues
los jugadores los notará y aceptarán mejor sus decisiones. Los árbitros
pueden obtener esta forma de conocimiento a lo largo de sus carreras y
es una puntuación que permite al mismo adquirir características nuevas o
mejorar las que ya posee, pero no necesariamente se tiene que esperar
muchos años para lograrlo.
Como se adquiere
A los árbitros
nuevos se les satura de reglas, procedimientos y se les manda al campo
de juego, al abrigo de árbitros de mayor recorrido, para que empiecen a
“adquirir vivencias”, en el juzgamiento deportivo es la mejor forma de
hacerlo. El temple para dialogar con un jugador o técnico iracundo, para
sancionar las faltas, para ubicarse en el terreno, para prestar oídos
sordos a los reclamos injustificados de entrenadores y soportar los
improperios del “público conocedor”, no se puede enseñar, estos los
tiene que aprender en el terreno. Todos los árbitros, sin excepción,
pasan por este doloroso aprendizaje, que es constante, que nunca
termina. La diferencia radica entonces en cuando se inicia a adquirirla.
Aprender de los expertos
Entre más joven se empiece, mayor probabilidad se tiene de contar con
excelentes árbitros en el momento de su plenitud física. En todas las
Federaciones, Asociaciones y Ligas, del mundo se trabaja al respecto a
los jóvenes prospectos ya que en un futuro muy cercano serán los mejores
árbitros de cada país, no obstante, quienes tienen más recorrido serán
los encargados de enseñar y las designaciones seguirán siendo
combinadas, con jóvenes promesas interactuando con árbitros de amplia
experiencia, con el único afán de cumplir de la mejor manera con el
requerimiento que hacen todos los que se encuentran alrededor de un
partido de futsal, lo importante es que, bien sea joven o adulto,
siempre se debe demostrar ante todos ellos que se conoce a fondo los
secretos del arbitraje, esa es la verdadera experiencia.
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