domingo, 3 de junio de 2012

 DESUBICADO, YO?
Cuando un silbato ingresa al terreno de juego debe saber en qué lugar situarse respetando las guías de posicionamiento establecidas en las directrices para árbitros de las reglas de juego, sin embargo, por el nivel del partido, por nerviosismo, inexperiencia o exceso de confianza no las respeta y se dedica a correr tras el balón creyendo que con esto es suficiente para dirigir.
         Mal ubicado                         
Aunque muchos silbatos se jactan de su buena ubicación, en algunos pasajes del partido deambulan por el campo sin darse cuenta por dónde están transitando y es allí cuando  empiezan a abrir las piernas y a agacharse para permitir que el balón pase; reciben balonazos en diferentes partes del cuerpo y se estrellan constantemente con los jugadores. Siempre que incurra en dichas acciones el árbitro estará mal ubicado pues existe un conjunto de normas de posicionamiento establecidas que debe respetar.
Muchos inconvenientes
Una mala ubicación conlleva al árbitro a estar inesperadamente cambiando de dirección dentro de los terrenos de juego, adicionalmente, obstaculiza el juego, le quita ritmo al partido, daña jugadas con ataque prometedor y en algunos casos facilita la consecución de goles a los equipos en contienda que trae inmediatamente la protestas airadas de los jugadores y el malestar de los espectadores. Un silbato mal posicionado no está al tanto de lo que hacen sus compañeros y lo más importante, la mayoría de veces pierde el contacto visual con el balón aspecto que lo puede llevar a cometer los errores más increíbles dentro de un terreno de juego.
Alejado de la posición
Un juez mal ubicado no controla el juego por estar en la parte opuesta a la posición de los asistentes, constantemente se encuentra en la zona de responsabilidad de  ellos y en la mayoría de ocasiones les da la espalda; corre  por la linea lateral del campo de área a área, lo cual lo convierte en árbitro central, es decir, nunca sale del medio campo y permite que  el juego se desarrolle muy cerca o muy lejos de él; en la mayoría de casos mantiene el balón fuera de su campo visual; y como si fuera poco, aunque corra bastante siempre lo cogerán “colgado”.
Soportar lo que pase
El gran error que comete todo silbato al encontrarse mal ubicado es  que nunca permite que sus compañeros le colaboren pues cree que ve todo y no consiente que otros dos pares de ojos  estén observando cada movimiento sobre el terreno de juego desde lados opuestos. En la mayoría de veces se encontrará lo suficientemente cerca de la jugada como para interferir en la misma; y en consecuencia fomentará colisiones o en su defecto no apreciará bien las situaciones. Con esta mala colocación cualquier  jugador puede llegar chocarse con él, y es ahí donde tendrá que “aguantar lo que le pase o lo que  le digan”, pues no los podrá castigar, ya que por  su mal posicionamiento el imprudente siempre será él.

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