Juzgue con integridad
¿Qué tan íntegros somos?
Al tener integridad en sus hábitos y acciones deportivas, el árbitro es digno de confianza, un valor para el gremio y la asociación a la cual representa; adicionalmente tiene mayor capacidad para disfrutar el arbitraje con felicidad y armonía. Pero ¿Qué tan íntegro es usted? ¿Se ha dado cuenta que le falta todavía cultivar la integridad? ¿Qué está haciendo al respecto? ¿Cómo se comporta cuando arbitra? son algunos interrogantes que invitan a reflexionar sobre cómo se ha actuado y que tan íntegro se ha sido en las actividades arbitrales y en las relaciones con compañeros y jugadores.
Íntegro o ambiguo
La integridad es una firme adhesión del árbitro a un estricto código moral o ético; es un estado en el que se mantiene incólume y sólido, dicho de otra forma es la cualidad o condición de ser virtuoso y no dividido; procede de la palabra integer, que significa completo. Un juez íntegro es totalmente consistente en las opiniones que expresa; muestra congruencia entre pensamientos, emociones y voluntad; y actúa sin hipocresía ni doblez dentro y fuera de los campos. Lo contrario del árbitro integro, es el ambiguo, de doble ánimo, e inconstante en todas sus decisiones.
Silbatos de integridad
Un silbato con integridad es irreprochable, permanece fiel a sus principios sin importar las consecuencias, se da cuenta de que hay absolutos morales aun en un mundo de puritanismos relativos, sabe que no todo es gris y que existen valores que deben regir la vida y respetar la ley. De igual manera se caracteriza por ser auténtico, no manifiesta duplicidad de actitudes y actos e incorpora una noble familia de virtuosos atributos o fortalezas a su carácter como la honradez, la templanza, la autenticidad, el valor, la justicia, la responsabilidad, la lealtad, el compromiso, la perseverancia, y el altruismo.
Cualidades a seguir
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